Manuel
Sañudo
“Cuando
alguien te necesita te da un significado, te sientes importante, y crees que lo
haces para ayudar al necesitado. Pero te equivocas, pues lo haces simplemente
para glorificar tu ego”
OSHO
Mucha gente afirma que les gusta
ayudar a los demás y en realidad lo que les gusta es sentir que les necesitan,
sentirse útiles, protectores, benefactores, pero eso es más una necesidad
propia e interesada, pues al ayudar al prójimo en el fondo satisfacemos una
necesidad del ego.
El que recibe ayuda no sabe - o no
quiere - ayudarse a sí mismo, y el benefactor se siente bien al ser necesario,
en un círculo de codependencia aparentemente sin final.
Algunos justifican esta situación al
decir que “dar es lo mismo que recibir” pues, cuando doy al otro, busco darme
algo a mí mismo, gratificar una necesidad egótica, que puede ser la de
reconocimiento, de admiración, de popularidad, de fama, o lo que fuere. El caso
es que también el otro quiere y busca satisfacer sus necesidades, en especial
las de protección y tutela; aquí es donde se yergue la codependencia, como lazo
de unión entre el benefactor y el necesitado, en una relación simbiótica que nada
tendría de malo, mientras no se vuelva enfermiza, disfuncional.
El codependiente benefactor suele
olvidarse de sí mismo para centrarse en los problemas del otro (su pareja, un
familiar, un amigo, etc.) y es por eso que es muy común que se relacione con
gente “problemática”, justamente para poder rescatarla y crear de este modo un lazo
que los una. Así es como este codependiente, al preocuparse por el otro, olvida
sus propias necesidades y cuando la otra persona no responde como él espera se
frustra y se deprime.
Con su constante ayuda, el
codependiente busca generar en el otro la necesidad de su presencia, y al
sentirse necesitado cree que de este modo nunca lo van a abandonar. Esta
condición es grave, ya que al no sentirse correspondido puede hacerse daño a sí
mismo e incluso a la otra persona.
Es usual que en una relación, el
codependiente no pueda o le sea muy difícil poner límites y sencillamente todo
lo perdone, a pesar de que la otra persona llegue a herirlo de manera deliberada;
esto es simplemente porque el codependiente confunde la "obsesión" y
"adicción" que siente por el otro con una inmensa devoción que todo
lo puede.
Por lo mismo, el codependiente es
incapaz de alejarse por sí mismo de una relación enfermiza, por más insana que
ésta sea, y es muy común que llegue a pensar que más allá de esa persona se
acaba el mundo, hasta que reconoce su condición psicológica, decide hacer algo
para cambiar la manera en que vive, y así terminar con esa forma de adicción, o
no volver a generarla en otras personas o en futuras relaciones.
No desacredito a los benefactores, que
tanta falta hacen en un mundo desigual, simplemente apunto que hay que evitar
caer en una adictiva codependencia, que se puede tornar malsana y por tanto
ineficaz; y esto puede evitarse siendo honestos consigo mismos, conscientes de
que ayudamos al otro pero que también buscamos “ayudarnos” en la satisfacción
del ego.
"Regala
un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo
alimentarás para el resto de su vida"
Proverbio
Chino
Manuel Sañudo Gastélum
Coach y Consultor
manuelsanudog@gmail.com
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