El Talento

Manuel Sañudo

“Encuentra un pequeño arroyo en el que puedan fluir tus fortalezas, y luego ve si puedes sumergirlo en el caudal del Mississippi”

Marcus Buckingham

Todos tenemos fortalezas y debilidades. Es difícil que seamos buenos para todo tipo de labores. Lo productivo será que apliques tu mejor talento en tu mejor oportunidad.

Muy pocas personas tienen una extensa variedad de dones, facultades o talentos. Son seres súper dotados, pero  son los menos. Lo usual es que tú, los demás y yo seamos buenos –o muy buenos– para una actividad en particular. Y que tengamos talentos medianos o pequeños en otros campos de la vida.
El talento es: “Una habilidad, emoción o sentimiento - que ocurre frecuentemente -  y que produce un beneficio para el que lo tiene y para los demás”. También se define como una: “Facultad o capacidad artística o intelectual”. Resalto que debe ser una facultad que se repita frecuentemente en la persona; que no sea un chispazo esporádico de habilidad, emoción o sentimiento.
La habilidad se explica por sí sola, pero… ¿el sentimiento y la emoción?
Sin ellos no habría talentosos poetas, pintores, cantantes o bailarines.
El talento es algo con lo que se nace y que se desarrolla con el tiempo. Pero también  es probable que alguien nazca con un talento determinado, no lo desarrolle ni lo aplique a nada que sea productivo. Y, así, morir con un talento en embrión.
Todos tenemos una voz interior que nos dice que hagamos tal o cual cosa para la que somos buenos, y que además nos gusta.
Muchos, desde pequeños, empiezan a comercializar, pintar, cantar, escribir, bailar; es decir, a desarrollar su talento. Si  esto ocurre, lo más seguro es que terminen teniendo éxito.
Otros, por diferentes causas –normalmente falta de apoyo, paradigmas equivocados y otras barreras culturales-, se quedan con sus talentos dormidos o aplicados de forma errónea.
Es decir, que para tener éxito, debes descubrir cuáles son tus talentos. Los tres, cuatro o cinco más sobresalientes en ti. En los  que seas bueno, te guste, y tus  talentos te permiten hacer.
Y aquí viene la pregunta: ¿en qué o cómo aplico esos talentos para que rindan buenos frutos?
No trates de forzar  tu naturaleza, exigiéndote desarrollar habilidades que no traes de nacimiento. No hagas caso  a los demás, pues ellos no perciben tu voz interior. Aunque es bueno escuchar lo que piensan de ti, de tus talentos; ya averiguarás si tienen razón o no. Finalmente es una decisión que sólo a ti te corresponde.
Conocer tus fortalezas (talentos) no invalida que busques mejorar tus áreas débiles. Quiero decir que es más fácil, rápido, cómodo y agradable trabajar en tu contexto de  talentos que en el de tus  debilidades.
Imagina que naciste sin talento  para cantar… ¿Tendría sentido que te dedicaras a una carrera de cantante sin ese don? Ahora, piensa que tienes  los talentos de la persuasión, conciliación, facilidad de palabra e inteligencia social: quizás serías un gran vendedor, un buen político o un exitoso negociador.
Los padres de familia, los maestros de escuela y los jefes en las empresas –todos ellos educadores, en principio–, usualmente cometen el error de inducir a sus aprendices a ser y hacer cosas para las que no están dotados. Los planes de estudio están diseñados para que los alumnos adquieran conocimientos. Sin embargo, les falta enfocarse en descubrir cuál es  el talento de cada discípulo para acrecentarlo rumbo al éxito. En vez de trabajar en las debilidades, deberían hacerlo en las fortalezas.
Finalmente, si sabemos que no somos buenos para todo,  nos queda el recurso de  integrar equipos de gente talentosa en las áreas en que somos débiles, y complementarnos con ellos.

El autor es Consultor en Dirección de Empresas. Correo: manuelsanudog@hotmail.com
D. R. © 2010 Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la reproducción, total o parcial, sin el permiso del autor.