La intención final es la guía

Manuel Sañudo

“Si no sabes a dónde vas, acabarás en otra parte”

Laurence J. Meter


La máxima guía para una empresa es La Visión que de ella tenga el dueño emprendedor. Lo que él haya concebido como el sueño a conquistar. También es como el equivalente – en un proyecto de vida – a la “Intención Final”… “El objetivo último a lograr”.


La Visión es aquella idea - o conjunto de ideas - que se tienen de la organización a futuro. Es por ello que es el sueño más preciado a largo plazo. La Visión de la empresa exterioriza de manera evidente, y ante todos los grupos de interés, el gran reto que motiva y estimula la capacidad creativa en todas las actividades que se desarrollan dentro y fuera de ella.

La Visión, asimismo, robustece el liderazgo de La Dirección ya que, al tener claridad  acerca de lo que se quiere crear a futuro, le permite enfocar su poder de orientación, conducción y ejecución hacia su logro permanente.

La mejor prueba de que el enunciado de Visión tiene valor, es que la empresa cambie a consecuencia de lo que en él se establece. Si nada sucede al día siguiente ni en los siguientes años, significa que la Visión de la empresa es otra.

Ninguna empresa que pretenda competir en los difíciles mercados actuales puede pasar por alto la labor de imaginar escenarios futuros.

No obstante, el desarrollo de un negocio no siempre sigue una estrategia definida, no siempre tiene sentido o rumbo. Frecuentemente ciertos empresarios dicen haber crecido enormemente, pero que no saben adónde han llegado o van a llegar. Será porque no han delineado – con luminosidad – una Visión que los oriente.

Y, en ocasiones, los reiterados extravíos en el rumbo de las acciones que llevarán a esos futuros contextos se deben a la  pérdida de la congruencia entre lo que se diseñó como Visión y lo que cotidianamente se está haciendo.

Acepto que, eventualmente, esas desviaciones se den – y que sean sobrellevadas por La Dirección - cuando son puentes para cruzar los vados que se interponen en el camino del logro de La Visión… de La Intención Final.

En cierto libro leí un ejemplo sencillo, pero concluyente, que reproduzco enseguida: “Si estás cierto que tu objetivo último  es lograr “C”, al tratar de conseguirlo puede ser que tengas que transitar por “A” y por  “B”, aunque no necesariamente sean de tu agrado. Y ello puede desconcertarte ya que, de momento, creerás que “A” y “B” te descarrían de tu intención final. Pero considera si es que pueden ser eso que te digo: puentes transitorios para llegar a “C”…”

Lo anterior ilustra bien que, para no perder la brújula y la claridad en La Perspectiva – en especial cuando las cosas se ponen difíciles – lo esencial es no quitar la mirada de La Intención Final - o La Visión -  que como empresarios nos  hemos delineado.

Así, cada vez que se nos presenten encrucijadas en la marcha del negocio, preguntémonos: esta alternativa ú oportunidad… ¿me desvía por completo de lo que quiero lograr en última instancia? O, ¿es un paso obligado –  y acertado – para seguir en el camino de mi Visión?

Cuando optemos por esas avenidas aparentemente discordantes con La Visión, debemos informarlo a los colaboradores – en la dosis y codificación adecuadas, según los niveles – del por qué de esos engañosos virajes, y evitar con ello señales de desorden, incongruencia o caos en La Dirección del negocio.

De otra forma estaremos enviando peligrosos mensajes de que es válido hacer “lo que sea”. De que no hay coherencia entre lo que difundimos como La Visión y lo que estamos haciendo en el día con día.




El autor es Consultor de Empresas. Correo: manuelsanudog@hotmail.com  
D. R. © Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la reproducción de este artículo sin el permiso de su autor.