Miedo, emoción que paraliza

Manuel Sañudo

“Lo curioso del miedo es que,
 de las cosas que tememos que sucedan, ¡más del 90% de ellas no ocurre nunca! Todo está en nuestra imaginación: incluidas las posibilidades del éxito o del fracaso”

Katel



Tener miedo o sentir temor, a lo que sea, es la emoción que más te puede desgastar y paralizarte en tu quehacer cotidiano. El temor al fracaso es lo que más inhibe la acción emprendedora. ¿Cómo puedes vencerlo?, ¿cómo puedes lograr actuar positivamente, a pesar de él? Puesto que no estás libre de sentir miedo, más de alguna vez en tu vida, ¿no lo has sentido?

Lo esencial es que rompas las cadenas mentales que hacen que el temor te inutilice.

Cuando te apegas a las reglas que te enseñaron en la familia y en la escuela - que para mí muchas de ellas ya no tienen vigencia - es cuando dejas de sentir miedo. Esas reglas te hacen caer en la trampa de creer en que, por hacer bien las cosas, infaliblemente te irá bien en la vida o en el trabajo. Y es probable que sigas insistiendo a pesar de que los malos resultados te griten que vas por el camino errado. Debes, entonces, trabajar con otras reglas. Incluso, debes evaluar si tu educación familiar y escolar sigue siendo válida para el mundo actual de tu trabajo y de tu vida personal. Y eso es lo que te atemoriza, pues significa el abandono de paradigmas que te dan seguridad, pero que no te dan los resultados deseados.

El camino de perfeccionar tu quehacer, a pesar de que éste no sea el acertado, equivale, en su justo sentido, a una acción de mejora continua: hacer más de lo mismo. Equivocadamente crees que perseverar en lo que haces, aunque no te esté dando resultados, es la solución. Lo que realmente requieres es un acto supremo de discontinuidad: ¡hacer más de lo diferente!

Tu sola fuerza de voluntad no es suficiente para que logres el éxito. Necesitarás un giro de 180 grados en tu pensar y en tu actuar. Y eso es lo que te da miedo: dejar tus costumbres y hábitos que te funcionan como amuletos de la buena suerte y de seguridad personal.

Esto es tan absurdo como creer en que si sigues haciendo lo mismo que venías haciendo puedes esperar un resultado distinto. Lo cual me recuerda la frase aquella que dice: “Si siempre haces lo que haces, siempre obtendrás lo que obtienes”.

Veamos algunos ejemplos típicos de personas temerosas, para que no seas como ellas:

- El que critica al que lo intenta, pero él mismo no se arriesga.

- El exagerado conservador que, por su miedo de fracasar, está renunciando a la posibilidad de ganar. “El que no arriesga no gana”.

- El agorero que todo lo ve como fracaso en ciernes, y que, en muchas ocasiones, con sus comentarios fatalistas - y carentes de fundamento - contagia a los hacendosos y nulifica acciones que podrían haber tenido éxito.

Es importante que sepas que existen muy pocos casos de personas que siempre hayan triunfado sostenidamente. La experiencia de perder es parte de un valioso ingrediente del currículo de cualquier persona exitosa. La debes visualizar y aprovechar como una fuente de aprendizaje. Es más, se sabe de algunos contratantes que valoran este hecho, a grado tal que piden como requisito a los candidatos el que hayan quebrado un negocio propio al menos una vez en su vida. Esto porque estar quebrado puede ser una situación temporal, y es prueba auténtica de que se han asumido las consecuencias del riesgo. El miedo puede convertirse en una forma permanente de vida… ¡paralizada y fracasada!

Quizá por eso existen muchas más personas que prefieren ser empleados de una gran corporación, porque a la mayoría les da miedo arriesgarse. Se llenan de pretextos y de una lista enorme de por qué no intentarlo: “No tengo dinero; no estoy preparado; no tengo el don; eso es para los ricos; es mejor un empleo seguro”, etcétera.

Para que triunfes precisarás de una alta tolerancia al riesgo y de la capacidad para enfrentar el fracaso. Hay que aceptar que tus decisiones te significarán sacrificios, y que habrás de estar dispuesto a aceptarlos. Necesitarás también un buen grado de confianza en ti mismo, de autodisciplina, de perseverancia, así como de flexibilidad para cambiar si las cosas no salen como las esperas.

Es de tomar en cuenta un dato estadístico, de una encuesta realizada a un grupo de emprendedores, que arrojó la siguiente conclusión: “Dos tercios de los entrevistados manejaron, en promedio, tres proyectos antes de consolidar uno que fuera redituable”.

Esto confirma la perseverancia y flexibilidad del verdadero hacedor; virtudes con las que se enfrenta a sus miedos y temores.




El autor es Consultor en Dirección de Empresas. Correo: manuelsanudog@hotmail.com
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