Profesionalizar la empresa: responsabilidad de dos vías

Manuel Sañudo


Quien emprende su propio negocio, con el tiempo, dedicación y suerte, llegará a crecer. También verá que, en la dimensión alcanzada, le resulta difícil operar en soledad. Y sentirá la necesidad de ayuda: de que un “segundo de a bordo” cargue con la parte operativa.


Habrá quien le diga: “Contrata a un profesional e institucionaliza tu empresa”. Así, contratará al mejor profesional disponible confiando que esto le solucionará todos sus problemas. Mis vivencias dicen que, si no se está bien preparado para este cambio, emergerán otros problemas, de los que no siempre resultarán bien librados el contratante, el contratado y la empresa.

Si el profesional no es consciente de la importancia de las decisiones bajo la óptica del costo/beneficio – pues existen pocas cosas tan agradables e irresponsables como gastar el dinero ajeno – tenderá con su esquema inercial de trabajo a reclutar un séquito de colegas que le ayuden en el proceso de profesionalizar el negocio; logrando súbitamente engrosar la nómina y otros egresos, pero muy difícilmente ensanchará los resultados en ventas y utilidades en la misma proporción de los gastos.

Luego vendrá un choque de “culturas empresariales”: entre el extremo de la práctica exitosa, pero ya insuficiente para el tamaño del negocio, y la costosa y abrumante tecnocracia que el profesional importará de la empresa en la que estaba, para adecuarla a su nueva tarea. Lo que resulta explicable, pero no aceptable, pues preferimos repetir lo que nos ha funcionado antes. No debemos ignorar que el cambio de escenario requiere otras estrategias y métodos.

Tampoco podemos menospreciar los beneficios que la institucionalización puede acarrear al dueño. Veamos algunos:

ü    Controlar mejor su operación, al delegarla en alguien más especializado. Esto no equivale a abandonar totalmente la gestión del negocio... en especial por lo que hace referencia al rol de dueño.

ü    Puede involucrar a los segundos y terceros niveles en esta nueva modalidad de dirección, y así aprovechar para desarrollar al resto del personal y hacerlo partícipe de los “nuevos tiempos”.

ü      Le permitirá estar más a la búsqueda de mejores estrategias y oportunidades.

ü      Podrá dedicarse a una verdadera labor de dirección, en un nuevo estadio de gestión.

ü      Tendrá más movilidad para añadir valor a su empresa.

Para asegurar la buena marcha de este conveniente proceso recomiendo que el dueño y el profesional contratado reflexionen, a fondo y a priori, sobre lo siguiente:

ü      Qué entienden y qué esperan de la profesionalización.

ü      Evitar hacerlo porque está de moda; o porque a algún otro empresario sí le resultó bien, sin analizar si ésa es la solución que requiere la estructura de dirección de la empresa.

ü      Es crucial que precisen – a detalle - qué espera el uno del otro. Y definir bien en qué se beneficiará el negocio con la contratación y los servicios del profesional en cuestión.

ü    Que el profesionista tenga bien clara la parte de responsabilidad que a él le corresponde. No puede pretender, de la noche a la mañana, manejar un negocio mediano, e incluso grande, como si fuera la General Motors, Corp. Se precisa de un plan gradual de transición de una dirección solitaria hacia una nueva forma de dirigir en equipo.

De no ser así, veremos a un empresario decepcionado de los profesionales, una empresa desgastada, un profesionista frustrado y con la imagen deteriorada.

No faltará quien le diga a nuestro empresario del ejemplo: “Te lo dije, esos profesionales nomás cuestan dinero, pero sólo complican las cosas”. También habrá quien le señale al profesional: “Estos empresarios no saben valorar el trabajo especializado, y en el fondo no desean soltar el poder e institucionalizarse”...

Triste final de una situación de perder-perder, que bien pudo haberse evitado.



El autor es Consultor en Dirección de Empresas. Correo: manuelsanudog@gmail.com   D. R. © 2004. Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la reproducción de este artículo sin el permiso de su autor.