Positivismo versus catastrofismo

Manuel Sañudo

“Mucha gente piensa que piensa, cuando no hace mas que recordar sus prejuicios”

William James

Continuamente escuchamos decir de las bondades de pensar en positivo. No obstante, es difícil – pero no irrealizable – evadirse de los pensamientos, propios y ajenos, de caos y desastres.

No ayudan para nada los catastrofistas, en estas sanas intenciones de pensar en positivo. Hablo de aquellos que tienen la actitud de denunciar o pronosticar gravísimos males, que generalmente lo hacen con fines intimidatorios o manipulativos, y obviamente para lograr un provecho personal. Irresponsables son, pues generan más de lo mismo. Frenan las acciones correctivas, inmovilizan a los que pudieron hacer algo o encaminan las medidas correctoras para el rumbo que les conviene.

Son una verdadera calamidad pues, literalmente, aterrorizan a los demás. Debemos recordar que la responsiva final de lo que cada quien piensa y siente indudablemente es de uno mismo. No es tarea fácil, aunque existe un efectivo método de pensamiento que es de gran ayuda para vencer al catastrofismo.

Este método se conoce como el “pensamiento opuesto” y se atribuye a un asceta hindú. El método parte de la premisa de que la mente sólo puede pensar en una sola cosa en cada intervalo – contra la generalizada creencia de que podemos pensar en varias a la vez.

Es imposible pensar dos cosas al mismo tiempo. Así, cuando venga a la mente un pensamiento negativo hay que pensar en lo opuesto, lo contrario... En lo que sí queremos, no en lo que no.

Es un ejercicio mental muy eficaz, si bien pueda considerarse absurdo o simplista. Sin embargo, por simplista que parezca requiere de una buena cantidad de práctica. En especial para los que toda una vida han acostumbrado pensar, hablar y vivir en la energía negativa.

La mencionada práctica exige constante atención, al menos al principio (que ojalá y no se convierta en tensión, pues sería contraproducente),  hacia todos y cada uno de nuestros pensamientos cotidianos. Lo que no será tarea fácil al inicio.

Ya que debemos aceptar el dato estadístico de los científicos: tenemos un promedio de ¡60,000 pensamientos diarios! Lo que, de suyo, ya nos puede estresar en esa necesaria vigilancia de pensamientos. Es decir, que no basta con tener un pensamiento positivo al día, todavía quedarán otros 59,999 por convertirlos al “polo opuesto”…  del que habló el asceta hindú.

A quien se le figure una descomunal tarea esta “auditoría mental” le invito a recapacitar que, con la misma facilidad con la que durante años sus pensamientos fueron negativos, con esa misma pericia –  la práctica de por medio, desde luego – puede pasar a discurrir en positivo, a pensar en lo opuesto. Sobra decir que le tomará un tiempo revertir la costumbre de la negatividad hacia el positivismo.

La recompensa será que nos sentiremos mejor al no torturarnos, día a día, con  repetitivos pensamientos de temor y zozobra.

Hay que destruir las dañinas cavilaciones y acabar con ellas. No permitir que se cuele en la mente ni una sola idea negativa. Es nuestro primer gran reto. Nuestro ejercicio mental de cada día: el pensamiento opuesto,  siempre que sea en positivo.


“El miedo es el alimento del fracaso”
Anónimo


El autor es Consultor en Dirección de Empresas. Correo: manuelsanudog@gmail.com
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D. R. ©2008. Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la reproducción, total o parcial, sin el permiso del autor.