Momentos de impacto


Manuel Sañudo

“Confía en el Señor con todo el corazón y no te fíes de tus propias fuerzas. En cualquier cosa que hagas, tenlo presente: Él allanará tus caminos”
Proverbios 3, 5 - 6

La vida no se puede planear; al menos no totalmente - aunque usualmente creamos que podemos controlar su rumbo. Todavía más: hay sucesos definitorios, como impactos contundentes, que cambian tajantemente el curso de nuestra existencia. Acontecimientos propios y de personas cercanas que dan al traste con cualquier plan que hayamos trazado.

Es difícil saber por qué suceden, pero de que pasan, pasan, y modifican radicalmente nuestra coyuntura vital. Pueden ser accidentes, enfermedades graves o muertes, marcas vivenciales como graduarse, pasar de la niñez a la adolescencia, casarse, tener hijos, cambiar de trabajo o ciudad, divorciarse… Y así por el estilo.

El “hubiera” no existe. Cuando uno mira hacia atrás y pretende encontrar explicaciones de la historia – o deseos de regresar al pasado a corregir lo incorregible –, especialmente si es contrario a lo que queríamos que sucediera, resulta un misterio saber por qué pasó lo que pasó.

Traigo, de nuevo, la frase: “Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”. Él tiene Sus caminos y un Plan Maestro. Pero nuestro ego, carente de fe, nos lanza a la inútil pretensión de tratar de controlar los sucesos.

Los momentos de impacto se pueden comprender mejor “conectando los puntos hacia atrás”, como dijo Steve Jobs  en su famoso discurso que dictó, el 12 de Junio de 2005, en la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford; del que me permito reproducir un fragmento:

“Hoy deseo contarles tres historias de mi vida… La primera historia se trata de conectar los puntos… No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida, ni de la manera en que la Universidad me iba a ayudar a deducirlo. Y ahí estaba yo, gastando el dinero que mis padres habían ahorrado durante toda su vida. Así que decidí retirarme y confiar en que todo iba a resultar bien...

… Fue bastante aterrador en ese momento pero, mirando hacia atrás, fue una de las mejores decisiones que tomé. Apenas me retiré, pude dejar de asistir a las clases obligatorias que no me interesaban y comencé a asistir irregularmente a las que se veían interesantes. Nada de esto tenía una esperanza de aplicación práctica en mi vida. No obstante, diez años después, cuando estaba diseñando la primera computadora Macintosh, todo tuvo sentido para mí… Fue la primera computadora con una bella tipografía. Si nunca hubiera asistido a ese único curso en la Universidad, la Mac nunca habría tenido tipos múltiples o fuentes proporcionalmente espaciadas…”

Es decir que, mirado a la distancia y en retrospectiva, veremos que todo sucede por alguna razón. Pero, en el momento que ocurre nos rebelamos porque no queremos aceptar que la Vida, el Universo entero, es un gran rompecabezas del que formamos parte.

Esto no desautoriza que hagamos planes. La idea va más en el sentido de que la planeación debe ser flexibilizada precisamente por esos momentos de impacto, que nos gritan que hay que ajustar los planes, y que nos destrabemos del caprichoso y arrogante ego.

El camino para la quietud mental y la felicidad es dejarse llevar por el río de la vida. Confiar en el Supremo y en la corriente vital que de Él proviene, con la fe bien firme; sabedores de que Su voluntad es más poderosa y sabia que nuestros anhelos ególatras.


“A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo”
Jean de la Fontaine


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