Manuel Sañudo
“Ni tus peores enemigos te pueden hacer tanto daño como tus
propios pensamientos”
Buda
Hay un pensamiento, detrás del pensamiento, alimentado por una
creencia que es la que, en el fondo, es el motor real de nuestras acciones,
malas o buenas. Encontrar esa cavilación fantasmal facilita la tarea de sanarse
y acabar con el sufrimiento.
Cuando nos
preguntan: ¿Qué es lo que te agobia o te molesta?, o ¿por qué has hecho esto o
lo otro? Respondemos con el primer pensamiento que traemos en la mente, con el
que está “enfrente”, con el que no es la causa verdadera y última, sino con el
que encabeza la lista de pensamientos que nos llevan a hacer cosas. Lo que
hacemos proviene de lo que creemos y pensamos, pero no siempre identificamos el
pensamiento original, que es un dogma, profundamente arraigado, que nos ha
acompañado desde siempre. Y si aceptamos como válida la primera respuesta que
se nos ocurra (es decir como la auténtica causa de lo que hacemos y de lo que
nos ocurre) caeremos en el equívoco de juzgar que por ese pensamiento fue que
sucedió lo que sucedió.
Me explico
con un ejemplo cotidiano: El marido llega a la casa, abre la puerta y se
enfurece porque los niños están jugando y gritando, lo que es una situación
perfectamente normal en los chiquillos. La esposa le pregunta que si qué le
pasa y lo más seguro es que el marido responda con más enojo, y discuta que los
hijos están mal educados, que son muy traviesos o desobedientes o lo que sea… Y
que por eso está enojado. La mujer se hace de palabras con su marido, él
castiga a los chicos y todo aquello termina en una mini tragedia que pudo
haberse evitado. Si pudiésemos escarbar en la mente de ese hombre, podríamos
encontrar que la raíz de su enojo viene de un pensamiento detrás del
pensamiento, de una creencia que está a la zaga de la molestia de los juegos y
estridencias de sus hijos. En un intento de hacerle de psicólogo, quizás, lo
que sucede es que el personaje tiene la necesidad de vigilarlo todo y que ello
provenga de su niñez, de un papá que fue como él pretende ser: un controlador.
Asimismo, podría ser que en su trabajo no haya podido dominar los sucesos
ajenos a él y entonces su frustración aumenta porque no puede controlar el
comportamiento de sus criaturas.
¿Cuál es
el pensamiento fantasma?, ¿el que está detrás de lo que él dijo al principio?
No es que los pequeños estén mal educados, sino que él cree – pues así lo
aprendió con su padre – que debe haber orden y silencio, y que los niños no
deben jugar ni gritar dentro de la casa. Su pensamiento, detrás del
pensamiento, es que las cosas y personas deben de ser de “cierto” modo, o si no
hay que enojarse, lo que le causa inseguridad; es algo que choca contra los
paradigmas de su línea paterna, y le genera inquietud tener una nueva familia
que sea diferente.
Conocer el
pensamiento fantasma puede ayudar (claro, con la humildad y predisposición
necesarias para el caso) a enfrentarse y cuestionar si esa idea paradigmática sigue
siendo operante en sus circunstancias actuales. Específicamente, la pregunta
es: ¿si ese fantasma debe seguir presente?, pues, siendo realistas, le produce
más dolor que felicidad. Seguramente su ego se rebelará diciéndole que no debe
ceder, pues traicionaría sus códigos familiares.
Recordemos que para el ego no existe el tiempo - ni le conviene - pues quiere
seguir alimentándose, como parásito, de esas creencias fantasmales e
inoperantes, pero que en la mente las hace muy vívidas y gobernantes.
Este
ejemplo familiar lo podemos llevar, con los ajustes del caso, a cualquier
asunto del orden empresarial, político, deportivo o religioso, pues la esencia (el
ego, pues) es muy similar en todos los humanos, nada más cambian los personajes
y la obra teatral en turno.
La
invitación es a que estemos alertas de lo que pensamos, de lo que decimos a los
demás y, más aún, a nosotros mismos. No nada más contamos mentiras a los otros,
también nos las decimos a nosotros, y eso es más grave aún. Si no descubrimos
esa verdad, ese pensamiento fantasmal, no daremos con el origen de ciertos
males que nos aquejan y que podrían trocarse en bienestar y felicidad.
El pensamiento detrás del pensamiento es la clave para sanarse.
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D. R. © 2012 Rubén
Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la reproducción sin el permiso del
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