Abundancia y escasez



Manuel Sañudo


“La abundancia de las cosas, aunque sean buenas, hacen que no se estimen”

Miguel de Cervantes


La abundancia es la experiencia en la que nuestras necesidades se satisfacen con facilidad y nuestros deseos se cumplen espontáneamente. Escasez es la falta de una cosa, es pobreza, es ausencia de lo necesario para vivir. Muchos tienen poco y pocos tienen mucho. Pero aún así, se puede producir  más riqueza y abatir la supuesta escasez, en vez de quitarle al que ya tiene.


La abundancia significa bastante más que poseer cantidades de cosas; equivale a todo lo bueno que podemos tener: alegría, salud, paz interior, dinero, amor, felicidad, realización personal, etcétera; y el dinero es sólo una parte de la abundancia. El dinero puede tener sentido en nuestras vidas y podemos aprender a dominarlo, en lugar de sentirnos dominados por él. Pero recordemos que no es “más elevado” ser pobre ya que, evidentemente, se requiere dinero para llevar a cabo el trabajo. Por algo se le llama así: “capital de trabajo”.

No necesitamos vernos afectados por las condiciones económicas establecidas por el entorno. Podemos crear nuestro propio ambiente económico de prosperidad en los negocios y en lo personal; puesto que el suministro de La Tierra es inmenso, y está dentro de nuestra tecnología y posibilidades el hacer que  alcance para que cada ser humano viva con suficiencia, al menos para sus necesidades básicas. Hasta que creamos en ello, no lo experimentaremos. Cada uno de nosotros tiene la habilidad de transformar la escasez en abundancia, de ahí que resulte importante analizar nuestras erróneas creencias sobre la pobreza y cambiarlas en certeras creencias sobre la riqueza.

Lo que nos exige, necesariamente, el practicar un examen de esos paradigmas sobre la abundancia, ya que la energía sigue al pensamiento: obtenemos aquello en lo que pensamos. Aprendamos a pensar auténticamente, pues las emociones y los pensamientos positivos atraen hacia nosotros lo que deseamos.

Cuando nos enfocamos en lo que sí está funcionando en el negocio, atraemos más de lo mismo hacia éste. Orientémonos  hacia todas las formas en las que ya hemos creado riqueza en nuestras áreas y procesos de negocios, y repitamos las acciones que generaron ese valor.

La imaginación es muy poderosa. Con ella creamos nuestra propia realidad. Si lo podemos imaginar, lo podemos crear. Usemos la imaginación y la habilidad para soñar despiertos y fantasear. No pensemos: “eso es imposible, no se puede hacer”. Mejor pensemos en las posibilidades y preguntémonos: ¿cuál es el mejor resultado factible, la circunstancia o la oportunidad que podemos producir? Y después de haber imaginado lo mejor, pensemos en un resultado aún mejor todavía. Asignémonos el reto de ir más allá de los límites que hemos establecido para lo que creíamos que podíamos lograr.

Todos tenemos la opción de elegir cual será nuestro destino, y éste siempre será moldeado por nuestra manera de pensar. Si queremos triunfar – en términos de suficiencia económica - la libertad financiera debe dejar de ser algo que “sería bueno” poder alcanzar y debe pasar a convertirse en algo que “tiene que ocurrir” en nuestras vidas.

Si la idea de lograr la libertad financiera no es una prioridad, nuestra mente no va a estar alerta a todo aquello que le pueda ayudar a alcanzarla. Si de antemano no la hemos programado con la firme decisión de vivir una vida de abundancia, ¿cómo esperar que la mente sea nuestra aliada en esta aventura?

Las creencias en la escasez ayudan a crear las guerras y a tomar más de lo necesario del medio ambiente y de los demás. Si todos pudiéramos crear la abundancia - que es nuestro derecho natural de nacimiento -  tendríamos menos razones para el conflicto y más motivos para encontrar caminos de ganar-ganar.

“Lo mejor que puedes hacer por los pobres, es no ser uno de ellos”
Anónimo

El autor es Consultor en Dirección de Empresas. Correo: manuelsanudog@hotmail.com
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D. R. © Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la reproducción de este artículo sin el permiso de su autor.