El qué y el cómo parte 2

Manuel Sañudo

"Si no sabes a dónde vas, acabarás en otra parte"
Laurence J. Peter

Frente a un problema, cualquiera que sea su magnitud, lo usual es que tu mente se disperse buscando qué hacer y, para complicarlo más, combinando una gran diversidad de modos y respuestas, léanse los cómos de la resolución del conflicto. He aquí que surge una mayor confusión, pues el qué se enreda con el cómo, y las buenas soluciones se pueden descartar antes de haber nacido.

Sobra decir que los problemas nos afectan emocionalmente y que, por lo mismo, es difícil seguir un orden, lógico y lineal, para analizarlos con objetividad y encontrar las mejores soluciones. La razón se lía con la emoción, y la pasión por resolver el asunto nos hace querer tener hasta el último detalle de la fórmula, de la receta que aliviará nuestros males. Pero, valiéndome de esta analogía de la ciencia médica,  hay que tomar en cuenta de que primero hay que hacer un diagnóstico - del problema - y luego pensar en qué es lo que se debe hacer. Y hasta entonces, bien definido el qué, podremos abrir el abanico de alternativas de los posibles cómos para poner en práctica el remedio.

Parece un juego de palabras, pero no es tal. Si no te enfocas, primero que todo, a especificar el qué, que tiene que ver con lo que realmente quieres y no tanto con lo que debes  o lo que te “conviene” hacer, seguramente tus pensamientos viajarán al futuro, descartando el qué por las aparentes dificultades de hacer realidad el cómo. La mente te traicionará en su afán de controlarlo todo... O de darles gusto a los demás.

Me permito un ejemplo: Para una corporación con problemas de incompatibilidad de visiones, de enemistad, de continuadas peleas y agresiones, de años de intentar componer lo que está roto, y que no tiene remedio, lo más recomendable es la separación de los socios. Esto es el qué; pero, en cuanto se asoma el cómo - o los cómos -,  los egos empiezan a defender sus posiciones, pertenencias, territorios y hasta la paternidad de la empresa, invalidando lo que al principio lucía como un sencillo qué hacer. En este atoramiento, de quién se queda con qué cosa o con cuáles posesiones, se pierde de vista lo que parecía ser la solución simple, la sensata. Además, los paradigmas sociales y empresariales no ayudan a sacar adelante el qué, pues la vanidad se atranca en el cómo. Así, pueden transcurrir  años y años, atorados en el negocio, y separados en sus querencias empresariales.

No me promulgo totalmente a favor de la disolución de las sociedades, pero no estoy de acuerdo con seguir siendo “socios” si ya no hay la visión común, y el deseo de caminar juntos, que es el adhesivo que une a los accionistas. El paradigma social podrá decir que no se separen, que lo hagan por la empresa, los empleados o la comunidad, pues si no resultarán afectados todos ¿De verdad será así?, ¿no será peor que trabajen en un negocio donde hay disgustos, desunión y estrés?

Me regreso al qué: si afrontas el problema, con un acertado dictamen, estarás cerca de clarificar qué es lo que verdaderamente quieres y necesitas para componerte. En este punto, te conviene hacer una pausa mental y no dedicar energías a cómo resolver el enredo. Habrás de hacer caso omiso de las voces y presiones de los demás que con buena intención, o lo contrario, te inundarán de tácticas de cómo hacerle. Se vale que escuches, pero no que te dejes influenciar por ellos, aunque se molesten por no tomar sus consejos. Es curioso, pero cuando damos un consejo, aunque nos lo hayan pedido, creemos que el otro está obligado a tomarlo como bueno, y nos enojamos si no nos hace caso. Por eso, lo mejor es no dar consejos a quien no lo ha solicitado.

Una vez puntualizado el qué, y con el alma quieta, la Vida te irá mostrando el cómo, el quién, el cuándo, el dónde y con qué. De modo y manera, que caminarás sosiego hacia un punto que te llevará a otro, y al siguiente, y a  muchos más, en una mágica conexión con el Flujo Vital. Define bien qué es lo quieres, y déjate llevar por Él.

"A partir de cierto punto no hay retorno. Ése es el punto que hay que alcanzar"

                                                               Franz Kafka

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