Manuel
Sañudo
La Navidad ha quedado atrás,
tan sólo ronda por ahí el duende de la nostalgia. Te han quedado los recuerdos
placenteros de los regalos recibidos, y de que los has obsequiado, y aún
saboreas las exquisitas viandas y dulces vinos; quizás hayas brindado buenos
deseos y hayas sido mimado con abrazos y caricias – aunque, desgraciadamente, no
todos nuestros hermanos han sido obsequiados, abrazados o acariciados.
Este es el blanco sobre el
que quiero apuntar mis letras, con todo y que suenen trilladas. Apuntar mi escritura
para invitarte a que actúes, día con día, de cada año, como si fuese una
Navidad inmutable, una que luzca igual que una tarjeta postal o un cuento
navideño. Como la carta a Santa Claus que hacen los niños, en su más pura
inocencia, cuando piden para sí, para todos los demás y por un mundo mejor.
¿Por qué esperar todo un año
para sacar lo mejor de ti mismo?, ¿por qué los otros 364 días te conviertes en
la antítesis de la Navidad?
Comparto contigo estos
pensamientos - y me los repito a mí mismo -, con todo y que te puedan parecer
sueños irrealizables...
Navidad,
época de regalar y renunciar
Aprecia y agradece tus
regalos; ya que los regalos te han sido proveídos, como la salud, el dinero, el
amor, los amigos, las cosas y comodidades. Estos son hermosos obsequios con los
que Él te ha bendecido.
En cambio, renuncia a tus tesoros; esos tesoros no son reales puesto que Él no te los ha dado. Ha sido tu ego el que los ha ido amontonando en forma de nocivas emociones y que, sin embargo, se resiste a soltarlas; como soltar el miedo, el odio, el rencor o la ira, a pesar del daño que producen en tu persona y en los demás también.
Aunque te cueste trabajo
creerlo… Resulta que es más fácil que te desprendas de los regalos,
especialmente en la Navidad – como compartir el dinero, el alimento o el cobijo
-, a que te deshagas de los “tesoros”.
Detente un momento y haz
conciencia de que tu verdadera grandeza empezará cuando te desenganches de esos
lastres que tu ego ha atesorado, durante décadas, como si fueran joyas
preciosas.
Te deseo una eterna Nochebuena,
la que empezará en el momento en que nos hermanemos todos en una esperanza
universal, en una forma de ver y vivir la vida como si fuera una Navidad de 365
días por siempre.
Te deseo que frente al miedo
antepongas la fe, frente al odio el amor, que el rencor desparezca con el perdón y la ira con la tolerancia.
Y que tus buenas intenciones
– si haces tuya e irradias la idea de una Navidad sempiterna - se vuelvan pensamientos,
emociones y cambios, en un feliz y maravilloso disfrutar de cada paso por la senda
de tu camino, del mío, y de cada prójimo huésped de este mundo atribulado.
D. R. © 2013 Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la
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