Adicción al drama

Manuel Sañudo

“La paz es el mayor enemigo del ego porque, de acuerdo con su  interpretación de la realidad, la guerra es la garantía de su propia supervivencia. El ego se hace más fuerte en la lucha”
UCDM

Por extrañas razones tenemos adicción al drama; firmemente creeemos - y por lo mismo así sucede, en casi todos los órdenes de la vida - que lo normal es el malestar y no el bienestar, el caos en vez de la paz. Más todavía: cuando las cosas marchan bien, y hasta muy bien, nos asalta una sensación de que algo está fuera de lugar, que lo que nos pasa, por excelente que sea, es demasiado bueno para ser verdad. Con este erróneo, pero muy enraizado pensamiento, lo que hacemos es auto perjudicarnos, y ahogarnos en el sufrimiento, pues no nos sentimos merecedores de vivir plenos.

– “No, lo que me está pasando es tan bueno, que no puede ser cierto. Algo tiene que andar mal, no puede ser posible”- Este sería como el díálogo íntimo previo al auto sabotaje. Recordemos que el cerebro es un ejecutivo inclemente y amoral; no cuestiona si una idea es buena o mala para uno, simplemente cumple con lo que la persona ha pensado: Que “algo tiene que andar mal”, y ¡mal que se pone!

Más de alguno objetaría con que así es la vida, pues baste mirar alrededor o leer las noticias como para validar que la vida es dramática y dura. Pero, vayan por delante algunas preguntas: ¿La vida es un drama o la convertimos en eso?, las noticias felices, las cosas buenas que suceden ¿por qué no se difunden igual que las que no lo son?

Un hombre sabio dijo que si enfocamos nuestra atención en lo malo, más cosas malas pasarán. Si posamos nuestra mirada y pensamientos en la bondad, más bondad habrá. Pero no es una responsabilidad exclusiva de los medios que publican las noticias nefastas, es también responsiva de los que las leen, las procuran, las platican con quienes pueden,  y se pasan los días enteros en el chismorreo quejoso de lo mal que está el mundo.

Sabemos que la realidad es una percepción, individual y colectiva. Si vemos el mundo como un espacio hostil, así pensaremos y actuaremos en secuela. El genio Albert Einstein, entre sus muchas frases famosas, expresó que: “Cada persona se debe hacer la pregunta más importante de su vida: ¿Vivo en un Universo amigable o vivo en un Universo hostil?”. Efectivamente, esa es la pregunta que deberíamos de hacernos todos los días. De hecho, es más que una pregunta, se trata de una elección. Es “la” elección, quizás la más trascentendal de todas, y que marcará el rumbo de nuestras vidas.

No obstante, muchas veces, nos encontramos en la postura de tener que tomar una decisión, pero la mayor parte de nuestro tiempo dejamos de ser conscientes de que “la elección” más importante es la que hacemos a cada momento, de manera autómata, sin pararnos a pensar. Nuestro cerebro toma constantes decisiones sin preguntar a nuestra mente y a nuestro yo interior, pues se basa en experiencias pasadas y previsiones sobre el futuro - plagadas de tragedia ancestral - que nada tienen que ver con el presente, pero las aceptamos como tal, sin deliberar. Y así, sin darnos cuenta, es como la vida continúa siendo la dramática rutina de la que tratamos de escapar sin conseguirlo. La respuesta, aunque sea redundante, está al interior de cada quien.


“Llega un momento en la vida en que debes alejarte del drama sin motivo y de la gente que lo provoca, rodeándote de personas que te hacen reír tan fuerte que te olvidas de lo malo y te enfocas solo en lo bueno, y que te tratan bien porque te quieren. La vida es demasiado corta para ser otra cosa que no sea ser feliz”
Quino


Manuel Sañudo Gastélum
Coach y Consultor
www.manuelsanudocoach.com
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