Manuel
Sañudo
Al enfrentarnos a un
problema, lo usual es que la mente busque la respuesta “acertada” en el archivo
del inconsciente - donde están las creencias y los códigos familiares, es decir
nuestro mapa -, pues ahí moran el conocimiento y el aprendizaje de vida. Puede
suceder que esa respuesta (o programa mental) basada en los otrora funcionales,
pero ahora rancios dogmas, no nos brinde la tan ansiada solución; la eficaz, la
que resolverá el enredo. Y esto, seguramente, nos generará frustración e
infelicidad.
¿Qué hacer?... Sugiero – se
dice fácil – iniciar un programa de reaprendizaje.
Es decir, aprender a reaprender.
Es difícil, ya que a medida
que crecemos nos vamos llenando de conocimientos muy diversos. Así, llega el
tiempo en que creemos que ya estamos preparados para dar las respuestas
acertadas a los problemas; hasta que el reiterado enfrentamiento con el fracaso
nos hace dudar de lo aprendido.
El aprendizaje no es una
meta en sí misma, no es un destino, es un transcurso; interminable por cierto.
En ese proceso de instrucción vemos a muchas personas que se niegan a renunciar
a lo aprendido, no obstante que ello los arrastre a ninguna parte o a cometer
errores, una y otra vez.
Es entonces que resulta provechoso,
casi obligado, reaprender lo
aprendido - en lugar de concentrarse en añadir ideas, y más ideas, y
conocimientos sobre lo mismo. De no ser así, el viejo conocimiento prevalecerá
sobre lo nuevo; y las mismas actitudes y reacciones, acostumbradas por años,
seguirán brotando en la conducta. E incluso impedirán que penetren en nuestro
pensar, y mucho menos lo harán en nuestro actuar.
Eso es reaprender: eliminar de la red neuronal del cerebro las conexiones
que hicimos en el pasado. Sin embargo, es complejo, pues así como nos tomó
décadas armarnos de un equipaje de respuestas para la vida, los problemas y los
negocios, es de esperarse que también nos tome una buena dosis de tiempo
deshacer algunos principios – inoperantes y obsoletos – insertados en nuestra
mente. Es algo que está en el tejido de las emociones, y por ello toma un lapso
de tiempo desaparecerlo de las reacciones de alarma, ante los peligros que
emulan situaciones pasadas desagradables.
Reaprender equivale
a vaciar nuestra computadora mental. A limpiar los archivos y programas que ya
no aplican. Eso liberará espacio en la capacidad cerebral - y pausará el
funcionar de los viejos programas – para dar la bienvenida a los nuevos
conocimientos, y así acomodarse a un entorno cambiante.
Esta acción de reaprender, tratándose de un director de
empresa, debe ser prontamente transportado al total de la organización; la que,
seguramente, también estará plagada de paradigmas inútiles, pero que se
atesoran y custodian celosamente porque provienen de “La Alta Dirección”. Y nuevamente,
se afrontará el reto de hacer que toda una cultura empresarial se deshaga de
anacrónicos pensamientos.
Recordemos un ejemplo
histórico, conocido de todos: ¿Durante cuántos siglos la gente creyó que la
tierra era plana? Y una vez demostrado, ¿cuántos años más pasaron para que la
colectividad humana modificara su pensar?
Claro que ahora, con los
medios electrónicos, y una mayor apertura de mente de la humanidad, la
comunicación se facilita; presumiblemente el cambio de creencias también sería
más fácil. Sin embargo, es más fácil admitir un novedoso conocimiento
científico o tecnológico, que admitir que es nuestro propio cerebro el que debe
de ser reprogramado.
Ahora volvamos a la realidad
cotidiana, a cuestionar qué sí y qué no es de utilidad, como parte de nuestras
nociones y aprendizajes, y decidamos sustraernos de los pensamientos que son inútiles.
Entre ellos los adagios cómodos, pero mediocres, como el que dice que “ya se es
demasiado viejo para cambiar”.
Es preciso superar
obstáculos, tales como el ¿qué dirán?, la inercia, la comodidad de la rutina,
la inseguridad de soltar lo aprendido, la flojedad de mudar de aires, la
oposición de los demás, por mencionar algunos de los inconvenientes. También es
necesario concienciarse de que es uno mismo quien puede ser su propio enemigo, o
su mejor aliado, en la búsqueda de mejorar como persona. Definitivamente: es
responsabilidad de cada quien la de crear su propia realidad.
“Si
quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo”
Mohandas
Karamchand Gandhi
Correo:
manuelsanudog@gmail.com
D. R. © Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la
reproducción sin el permiso del autor.