Manuel
Sañudo
“Una
locura es hacer la misma cosa una y otra vez, esperando obtener resultados
diferentes. Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”
Albert
Einstein
Solemos repetir patrones de
pensamientos, y de conductas, como desenlace obligado, por las respuestas que
nos damos a las preguntas que nos hacemos. De la misma forma, nos contrariamos
cuando esas respuestas y conductas no solucionan nuestros problemas, e incluso los
empeoran.
Es asombroso y absurdo –
pero ese es el punto, que no nos damos cuenta –, pero nos molestamos cuando
esas respuestas no remedian nuestros problemas o los agravan.
El comentario que de
seguro se colará en la trama será: - ¡Pues claro!, si siempre haces lo que
haces, siempre obtendrás más de lo mismo - parafraseando al genio de Albert Einstein.
El famoso científico decía que “Si buscas resultados distintos, no hagas
siempre lo mismo”. Y tal parece que nos obstinamos en pensar igual, actuar
igual, y seguir igual… O peor.
Indudablemente que Einstein
sabía que la verdadera dificultad, la verdadera causa, es decir el origen del
problema, no está en el hacer, sino que está en el pensar. Está en las
preguntas que nos hacemos, no en las respuestas que nos damos a esas preguntas.
Lo que hacemos en lo
cotidiano procede de las respuestas, automáticas o prefabricadas, como réplicas
de un programa de computadora, que nos damos a las mismas preguntas que nos planteamos frente a un dilema cualquiera;
desde asuntos menores cómo el qué decir cuando alguien nos saluda, hasta
dificultades mayores de cómo afrontar una mala relación con un jefe o con un empleado
o con el propio conyugue. Lo malo, una vez más, es que ni siquiera nos damos
cuenta de ello.
Esas respuestas, a las
mismas preguntas, dicho de otro modo, son lo que se conoce como el Sistema de
Creencias Personales. Las creencias son el equivalente a nuestro programa mental,
desarrollado al correr de los años, bien nutrido de aprendizajes familiares,
académicos, empresariales, sociales y de cuanto nos rodea. Es nuestro “mapa”,
es el cristal a través del cual miramos al Mundo. Es un sistema muy poderoso
que sirve para caminar por la vida, y que generalmente nos funciona bien, hasta
que se presentan o se repiten los problemas.
Recuerdo que alguien dijo:
“Nosotros no vivimos la vida, nuestra vida es vivida por nuestras creencias” -
respuestas prefabricadas, diría yo.
Continúo con mi
explicación – o justificación – de mi argumento, mediante un sencillo ejemplo:
desde el despertar, una vez apartada la somnolencia, empieza, en cada uno de
nosotros, y sin percatarnos bien de ello, un diálogo interno, dígase respuestas,
de cómo va a ser nuestro día. Lo que sucede es que no percibimos las preguntas,
sólo escuchamos las respuestas a todo lo largo del día, en temas y asuntos de
toda índole - Este será un día muy difícil - podríamos decir en la mañana.
Pero, la contestación de “difícil”, ¿de dónde salió? Obvio que de la pregunta, aquella
que se esconde detrás, y que sería algo como: ¿Qué tipo de día me espera?...
Lo recomendable es no
responder y no seguir el juego de las respuestas automáticas, ni tampoco
preguntar lo mismo, sino reenfocar la mente a través de una limpia y distinta interrogación:
¿Cómo quiero que sea mi día de hoy? De este modo, mediante esta sencilla y
proactiva pregunta, las contestaciones serán de otro modo también, y lo mismo
va para el resto de las rutinas del día que está por delante.
Así debe ser la manera en
que debemos reenfocar, repreguntar, si no queremos pensar siempre lo mismo.
Puede parecer algo muy simple, y con una fórmula tan sencilla que la entendería
hasta un niño; no empero, podemos volver a caer en los mismos errores, una y
otra vez. Es así de claro, hasta que no cambiemos las preguntas, no tendremos
otras respuestas, ni conductas novedosas, diferentes y eficaces.
“Lo importante es no dejar de hacerse preguntas”
Albert Einstein
Manuel Sañudo Gastélum
Coach y Consultor
Correo: manuelsanudog@gmail.com
DR © 2015 Rubén Manuel
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