Manuel
Sañudo
"La enfermedad es el esfuerzo que hace la
naturaleza para curar al hombre"
Carl Gustav Jung
“Toda enfermedad corporal es un intento de curar una
enfermedad espiritual”
Alejandro Jodorowsky
Con demasiada frecuencia, si no es que siempre, somatizamos en
enfermedades corporales nuestros males del alma. La palabra somatizar se
refiere a la transformación inconsciente de una afección psíquica en orgánica;
la somatización es un cuadro bastante recurrente y que ha afectado, afecta o
afectará a una importante cantidad de individuos en el mundo entero.
La somatización,
cuando no es de un modo es de otro. Si bien en un dolor estomacal, irritaciones
en la piel, comezón, calambres en las extremidades, dolores de espalda o
cuello, temblores, dolores de cabeza, herpes en los labios, y hasta enfermedades
mayores e irremediables como infartos al miocardio o el cáncer; la lista es
bastante más larga que esto, dada la multiplicidad de manifestaciones
corpóreas, que son efectos de nuestras turbulencias internas.
Seguramente muchos
distinguidos médicos de la actualidad estarán en desacuerdo con lo que digo;
que más bien, repito lo que han dicho ilustres científicos y personajes como
Jung, Jodorowsky y Enric Corbera, por citar unos cuantos que afirman que toda
enfermedad proviene de un problema emocional sin resolver. Por ejemplo, el Dr.
Rike Hamer citó que “Toda enfermedad es
una solución biológica a un conflicto emocional inconsciente no resuelto.
Descubrir, comprender, y hacer consciente el código secreto del síntoma detiene
la enfermedad hasta su total remisión” Ahora bien, si ya hemos enfermado de
lo que sea, desde luego que hay que acudir al médico, pero para que nos cure.
Una vez curados (me permito parafrasear lo que dicen esos científicos y personajes),
lo que debemos es ahondar en nuestra interioridad para descubrir la emoción que
nos ha causado la enfermedad, y entonces sí: Sanar el Alma.
Sanar – que no es
lo mismo que curar - equivale a cambiar el pensamiento, el paradigma, la
creencia limitante o el código familiar, inoperantes por cierto, que nos
llevaron a la enfermedad. De no ser así, la curación médica durará poco y luego
aflorará, en otra enfermedad o dolencia, la emoción conflictiva aún no
resuelta. Es como el ejemplo de la “pelota de playa”.
¿Alguna vez has
tratado de sumergir una pelota de playa en el agua de una alberca? Lo más
seguro es que logres, por un rato, detenerla bajo de ti hasta que, al menor descuido
o falta de nervio, la pelota brote con fuerza hacia la superficie, en veces por
un lado de ti, en otras golpeando tu cara o tu cuerpo, como lo hacen los padecimientos.
Y lo seguirás intentando hasta que te enfades, hasta que la pelota te haya cansado,
vapuleado y enfermado. Siguiendo con este ejemplo, ¿cuál sería la manera más
fácil de sumergir la pelota?... ¡Desinflándola! Tal parece un juego palabras o de
niños, pero si “desinflamos” nuestras emociones, la pelota ya no tendría que
ser sometida por nosotros, ni podría emerger, pues se iría al fondo de la
piscina y ya no estaría presente. Esto es lo que debemos hacer con esas
emociones: primero, tomar consciencia de ellas, y acto seguido sanarlas (desinflarlas)
para que ya no afloren a la superficie, para que ya no enfermemos.
Algunos ejemplos
de esas emociones, según los que defienden esta teoría, son: Los dientes
picados son el resultado de la rabia no expresada. La garganta es el canal de
expresión y de creatividad, tras una amigdalitis se esconden el miedo, las
emociones reprimidas y la creatividad sofocada. Los dolores de espalda son problemas
que simbolizan que cargamos a los padres. Los problemas de estómago están
asociados al miedo, a la angustia y a la ansiedad. Las rodillas nos expresan
nuestra flexibilidad, nuestra adolescencia, y si vivimos encerrados en nuestro
castillo, inflexibles, sufriremos con las rodillas.
Dicen los sabios orientales
que “Somos un espíritu que utiliza un cuerpo de vehículo para pasearnos por
esta vida, pero el cuerpo no es una recinto inerte, cada célula contiene lo que
fueron nuestros ancestros y lo que somos nosotros”
No olvidemos lo que dice el proverbio chino: “Nada
sienta mejor al cuerpo que el crecimiento del espíritu”
Manuel Sañudo Gastélum
Coach y Consultor
Sitio: www.manuelsanudocoach.com.mx
Correo: manuel@entusiastika.com
DR © 2015 Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se
prohíbe la reproducción sin el permiso del autor.