Manuel
Sañudo
“De todas las estupideces que un hombre puede
cometer, engañarse a sí mismo es la peor”
Alicia Giménez Bartlett
Mentirse a sí mismo, como
bien lo dice Alicia Giménez, es una infame estupidez; yo añado que el auto engaño es sinónimo de falta
de aceptación de nuestras sombras, de nuestros defectos y carencias, de nuestras
fallas. Y así, en esa farsa contra mismo, la mente se cierra ante cualquier
posibilidad de mejoría personal, y de paso cualquier progreso en el entorno del
farsante.
El auto engaño es el acto de mentirse
a uno mismo, y la clave principal, para definirlo y explicarlo, es considerar
que la información verdadera es suprimida de la conciencia y sepultada en el
subconsciente, ahí donde no se entra fácilmente, donde no “se ve”; es como
esconder la basura debajo de la alfombra. La mente es tan poderosa que lo hace como
mecanismo de protección, pues no podríamos soportar el peso de la verdad y
preferimos mentirnos. En otras ocasiones, el que se engaña quizás lleve un
objetivo más perverso todavía, como la manipulación o la promoción de su
persona.
Esta forma de mentirse es como una forma
del engaño, ya que ocultar la mentira a uno mismo puede llegar a hacerla mucho
más invisible para los demás. Es un acomodo mental dirigido a incorporar
nuestros engaños, y hacerlos de algunas maneras inconscientes, o poco visibles,
para simular ser perfectos, ya que casi todas las farsas van encaminados a la
autopromoción.
Cuando la verdad queda recluida al
inconsciente, y la mentira a la consciencia, el coste emocional disminuye
enormemente, ya que la mentira se convierte en creíble, tanto para el
protagonista como para el resto de los oyentes. Las personas todo el tiempo observamos
el entorno en busca de señales que deban ser atendidas o que deban evitarse;
puesto que son el mecanismo de la atención, junto con el de la memoria, los que
nos permiten recoger la información necesaria para nuestra existencia, y
rechazar aquella que no nos interesa tener en cuenta.
Si alguna información es considerada
como una amenaza, la respuesta suele ser la aparición de la angustia o el
malestar, en menor o mayor grado. Es aquí cuando el autoengaño puede actuar y manifestarse,
ya sea de manera consciente o inconsciente. Es como si cediéramos parte de
nuestra atención por tener cierta sensación de seguridad, llevando a cabo
procesos de desintegración de nuestra conciencia, perdiendo parte de nuestra interés
en la situación y creando una especie de laguna mental. Es decir, utilizamos a
la atención con el propósito de negar esa amenaza y amortiguar el golpe de la
angustia. Sin embargo, este autoengaño puede resultar beneficioso en algunas
ocasiones, pero muchas otras puede resultar ser inapropiado y disfuncional,
para uno mismo, y para con los demás.
Si quieres ser mejor persona, tener
paz interior, y ser “ecológico” contigo y con los otros, deberás realizar un brutal
y descarnado acto de honestidad para sí mismo; deberás tener la valentía de
mirarte al espejo, y enfrentarte para conocer tus sombras, por tenebrosas que
sean, para aceptarlas, y aun así amarte como eres.
Traigo a cuento aquella frase de Carl Jung:
“Prefiero ser una persona completa antes que una persona buena”, lo que
significaría estar en coherencia emocional con uno mismo, en total auto
aceptación, con nuestras luces y sombras, para mantenernos alejados del
sufrimiento, de la ansiedad, y por lo tanto fortalecer nuestra autoestima.
Manuel Sañudo Gastélum
Coach y Consultor
manuel@entusiastika.com
DR © Rubén
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