Primero tú, luego los demás


Manuel Sañudo


“Un egoísta es una persona que piensa más en sí misma que en mí”

Ambrose Bierce


El paradigma social, religioso, cultural, familiar, muy generalizado por cierto, es que debemos de pensar primero en los demás, antes que en nosotros; incluso sacrificarnos por ellos, y a veces añadiendo hasta la propia vida.

Creo, que en el fondo, esto no es cierto – o no debiera serlo -, pues todo lo que hacemos es por nuestro propio bienestar, aunque digamos y hagamos lo contrario. Supongo que más de algún lector pensará que, ahora sí, rebasé el cartabón sociocultural con lo que afirmo, pero les invito a reflexionar en algunos ejemplos… 
  • Un empresario, que como buen hombre de negocios buscaba siempre la utilidad, tenía el atributo de ser bastante claridoso, al menos conmigo, y me decía: - A  final de cuentas, uno siempre piensa primero en uno mismo. Que si el cliente es primero, pues sí, siempre y cuando que como cliente me convenga y me sea rentable; de otro modo, si lo pongo primero que el negocio, sin más argumento de que es el cliente, terminaría por hacer obras de caridad y ambos saldríamos perdiendo. Incluso, aquél que hace acciones caritativas primero piensa en lo que ganará con sus donativos, sea en su imagen, en su prestigio, o con el “lavado” de conciencia o en la mera deducción de impuestos por los donativos hechos. Habrá otros que busquen fomentar el bienestar colectivo, pero porque saben que los negocios prosperan mejor en un ambiente de paz, bienestar y seguridad – Y señalaba: Es la antigua política romana de pan y circo, “panem et circenses”. 
  • Otro amigo me comentaba: - Si le insisto a mi hijo, para que saque las mejores calificaciones, es porque supuestamente así le irá mejor en la vida, pero debo ser honesto conmigo y aceptar que también lo hago por mí, por el orgullo y la admiración que recibiré cuando me feliciten porque mi hijo obtuvo calificaciones sobresalientes.
  • Antes de despegar el avión, la aeromoza dice: - En el improbable caso de una pérdida de presión en la cabina, todos necesitaremos de oxígeno suplementario, tome la mascarilla y póngasela usted primero antes de ayudar a otros. Es claro, que si te falta el oxígeno, no podrás ayudar a nadie más.
Con todo, prefiero darle otro sentido a ese “egoísmo”, que tanto se censura en nuestra sociedad, y llevarlo a un plano más práctico y de verdadera ayuda al prójimo. Sin pretensiones religiosas, y sí con un contenido espiritual e histórico, remontémonos a lo que dice la Biblia, en la que se dice que está bien, y que incluso es necesario, quererse a uno mismo a un grado razonable. Amarse a uno mismo incluye cuidarse, respetarse y tener autoestima (Mateo 10:31) Todavía más: la Biblia rechaza el egoísmo y le da al amor propio el debido lugar. “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:31) Es decir, que nadie puede dar lo que no tiene dentro. Si no te has ayudado a ti, será muy difícil ayudar a los demás.

He visto personas que, como dice el refrán, son “candil de la calle y oscuridad de su casa”, pues se la pasan ayudando a otros, pero porque en el fondo los que necesitan ayuda son ellos mismos ¿Pero cómo van a ayudar si no están bien por dentro? Es aquí, donde tiene cabida el sano egoísmo: Primero tú, luego los demás. También he conocido sicólogos y terapeutas que han estudiado sus carreras porque desean – a través del estudio – sanarse a sí mismos; y qué bueno que es así.

Sin embargo, y dado que ninguno estamos totalmente libres de problemas, frecuentemente nos veremos en el dilema de tener que ayudar al otro antes, o a la par, que a nosotros; pues mientras ayudamos, es muy probable que el favor se  nos regrese, como consecuencia.

Finalizo con las palabras de Jorge Luis Borges, quien escribió un texto, del que recupero la frase siguiente: “Todo regalo verdadero es recíproco. El que da no se priva de lo que da. Dar y recibir son lo mismo”



Manuel Sañudo Gastélum
Coach y Consultor
manuelsanudog@gmail.com
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